Estamos tristes. Muy tristes. Se fue un ejemplar único. Un personaje entrañable. Uno de esos tipos millonarios en amigos, porque cultivaron (él y su compañera, Estela) la amistad como nadie. Anfitriones de lujo, con las puertas de sus casas abiertas de par en par, siempre, a cualquier hora, cualquier día del año. Generosos, cálidos, incondicionales, Estela y Richard han sido siempre un equipo de primera, una pareja maravillosa. Y él partió, sin aviso, en uno de los lugares más bellos del mundo, Lago di Garda, Italia, un lugar que habría elegido para vivir. Cosas del destino. Culminaba un hermoso periplo con amigos de toda la vida. Se fue seguramente sin sufrir, se apagó de golpe. Los que sí sufrimos somos quienes quedamos, estupefactos, sorprendidos, desolados. Estelita, su compañera de fierro, en las buenas y en las malas. “Amore”, como ella lo llamaba, lo llama, porque ese aroma a habano que impregna el departamento es él, como sus libros, su grapa, su whisky, sus cds, sus fotos que registran una vida riquísima en vínculos. Dejaste un agujero enorme, Richard. Te fuíste a tu manera, Ricardo Mizrahi, fiel a tu estilo, fiel a vos mismo, coherente como pocos. ¡Buena gira, Troesma! Se te va a extrañar. Y mucho.