por Irene Bianchi

“Casi Normales”, de Tom Kitt y Brian Yorkey. Elenco: Laura Conforte, Martín Ruiz, Mariano Chiesa, Fernando Dente, Matías Mayer, Manuela del Campo. Dirección musical: Hernán Matorra. Diseño de escenografía: Marcelo Valiente. Diseño y programación de iluminación: Gonzalo González. Diseño de vestuario: Pablo Battaglia. Músicos: Hernán Matorra, Gastón Ezequiel Matorra. Nicanor Faerberg, Jorge Caldelari, Fernando Toyos, Florencia Stabilini. Asistente de dirección: Cristián Aguilera. Dirección general: Luis Romero. Producción: Javier Faroni. Teatro Metropolitan Citi. Avda Corrientes 1343. Duración: 165 minutos con intervalo.
Como tantas obras exitosas, “Next To Normal” se estrenó en el off Broadway (2008), para luego pasar al “on” (2009), y arrasar con tres premios Tony (entre ocho nominaciones), más el Premio Pulitzer a Mejor Obra Dramática (2010).
A punto de partir hacia España y tras cinco temporadas con éxito absoluto de taquilla en calle Corrientes, la versión local de “Next to Normal” puede definirse como una aplanadora emocional. Ni más ni menos.
No es frecuente dar con un producto en el que todo esté logrado. Música, letras, interpretación, escenografía, iluminación, vestuario, puesta en escena: no hay nada en “Casi Normales” que no esté cuidado al más mínimo detalle, nada librado al azar.
Desde el comienzo, el espectador se sube a una montaña rusa emocional, que lo hará transitar todos los estados posibles. Se produce un efecto hipnótico, uno queda envuelto en la trama, pendiente de la evolución de los hechos, testigo de una tragedia que –como la vida misma- no carece de ribetes cómicos por momentos, que distienden y alivian.
Una magistral Laura Conforte compone a una madre con trastorno bipolar, que sufre alucinaciones desde hace 16 años, a raíz de un hecho traumático. Su incondicional marido – excepcional Martín Ruiz – la apoya en todo y colabora en su recuperación, a su manera. La frágil, vulnerable y rebelde hija adolescente, encarnada por una muy convincente Manuela del Campo, arrastra la frustración de no ser tenida en cuenta, de sentirse invisible para esos padres detenidos en el tiempo. Su compañero de escuela – entrañable Fernando Dente – la acompaña y contiene. El fantasma omnipresente – un formidable Matías Mayer – es un habitante más de la casa, que se niega a partir hasta que lo hayan exorcizado. Un excepcional Mariano Chiesa compone a varios médicos y psiquiatras, que –cada cual a su manera- intentarán “curar” a la enferma.
 No es ésta una comedia musical rosa, ni mucho menos. La obra es dura y no hace fáciles concesiones. Es una radiografía descarnada de ciertas conductas, mecanismos de defensa y e supervivencia que todos adoptamos para seguir, a pesar de todo. Simulamos estar bien, sepultamos los malos recuerdos, nos sujetamos a rutinas y rituales para no pensar ni sentir. Hacemos de cuenta que somos felices, aunque en el fondo nos sintamos a veces al borde del abismo, con irrefrenables deseos de saltar.
Todos los trabajos actorales y vocales son impecables. Laura Conforte está estupenda en el rol de esa mujer atormentada, que lucha denodadamente por salir de ese oscuro laberinto hacia la luz. Ni hablar de Matías Mayer (nos recuerda al adolescente del film de Visconti, “Muerte en Venecia”, que “acecha” a Dirk Bogarde). Seductor, manipulador, cruel y tierno a la vez: un papel consagratorio. Mariano Chiesa quita el aliento con su versatilidad y ductilidad. Muy difícil el rol del atribulado marido, bellamente encarnado por Martin Ruiz. El también debe luchar con su propia resistencia a ponerle nombre a su dolor, y sensibilizarse, desacartonarse, y aterrizar en la realidad. Los adolescentes personificados por Dente y Del Campo, les devuelven a estos adultos una mirada implacable, insobornable, feroz, corriéndose de lo “políticamente correcto”. Muy logrados contrapuntos.
La escenografía de Marcelo Valiente es un inmejorable marco para la acción. Brillante el diseño de iluminación de Gonzalo González. Los músicos en vivo son tan protagónicos como los actores. La puesta en escena de Luis Romero es perfecta. No es casual que este elenco haya sido invitado a compartir escenario con el elenco original de Broadway, y haya sido ovacionado en el Lincoln Center de Nueva York.

“Casi Normales”: la liberación sólo se alcanza enfrentando a los fantasmas.