por Irene Bianchi

Disculpá que te tutee, Papa Francisco. Hablarte de Usted pondría distancia. Y aunque no te conozca personalmente, te considero mi amigo (y a los amigos se los tutea). Nuestro amigo. ¿Sabés por qué? Porque a los argentinos esta Navidad nos encuentra sin modelos a la vista. Y vos sos indiscutiblemente uno. El modelo. ¡Mirá vos qué ironía! Ahora que pienso, justito esa palabra, “modelo”, nos ha dividido como nunca antes en la última década. Nos enfrentó, nos enemistó, nos separó en bandos opuestos. ¿Sabés cuáles son nuestros “modelos” por estos días, Francisco? Un Ministro de Seguridad que insulta a un opositor al grito de “Mogólico”, rodeado por aplaudidores que “festejan” su ocurrencia. Una Presidente que baila el 10 de diciembre (30ª aniversario de la vuelta a la democracia), mientras la violencia callejera se adueña de varias ciudades, con un saldo de una decena de muertos (muertos de segunda, pareciera, por el ninguneo del que fueron objeto: “Hay que investigar quiénes son”, dijo Estela de Carlotto). Una barra de hinchas que rompe vidrieras, destroza todo a su paso, pintarrajea el Obelisco, y reemplaza la bandera argentina por la de Boca. Entretanto, el Secretario de Seguridad de la ciudad se da el gustazo de jugar un picadito en su cancha. ¿Sanciones? ¿Reprimendas? ¿Correctivos? ¡No! ¡Qué va! Si acá vale todo, Francisco. ¡Dále que va! Nadie le pone el cascabel al gato. Y como si esto fuera poco, a un Fiscal honesto y corajudo se lo suspende por cumplir con su labor: investigar como se debe. Otra ironía de aquellas: un militar muy cuestionado, reivindicado en la tapa de la Revista Madres y abrazándose con Hebe. Un vicepresidente también cuestionado, con múltiples causas pendientes, enviado nada menos que a las exequias de (ése sí) un verdadero modelo: Mandela. Estamos bastante huérfanos, a la deriva, sin saber a ciencia cierta quién tiene el timón. Desconcertados, angustiados, preocupados por el rumbo de los acontecimientos. Una lástima terminar el año así, ¿no? ¿Sabés que hasta nos hemos distanciado de familiares y amigos de toda la vida por estar a favor o en contra del “modelo”? Se han venido sembrando semillas de discordia y crispación, que están dando sus abundantes y amargos frutos. Una pena. Es una frase hecha, Francisco, pero coincidirás que tenemos un país increíble, maravilloso, con gente muy capaz, y una generosa geografía. Recursos de sobra, como para alimentar y saciar la sed del resto del planeta. Y, sin embargo, mirá cómo estamos. Todos enrejados, con miedo a ser asaltados por tercera o cuarta vez, sin saber qué va a pasar con la economía, sin saber quién nos gobierna, coqueteando con el caos y la anarquía.
Sin embargo, Francisco, como la celebración del nacimiento del niñito Jesús es un símbolo del renacer de la esperanza, yo tengo fe (como Palito) que –si todos tiramos parejo del carro- pronto saldremos de este lugar donde estamos empantanados hace rato.
Te escribo como cuando – de chiquita- le mandaba cartitas a Papá Noel. Pero hoy no te voy a pedir juguetes, Papa Francisco. Hoy te pido una sola cosa. De corazón te lo pido. Sé que lo hacés, pero no dejes de rezar por nosotros. Hoy más que nunca.
P.D. ¡Ah, me olvidaba! Un tirón de orejas. ¡Feliz cumpleaños, Papa Francisco! ¡Por muchos más! No te podés quejar! Flor de regalo te hicieron los Cuervos!