por Irene Bianchi

En el ambiente teatral (y en todos los ambientes) no es para nada habitual que todos –sin excepción- coincidan en elogiar la tarea de alguien, sobre todo si ese “alguien” no es un advenedizo, sino una persona que viene trabajando ininterrumpidamente durante los últimos 40 años. No es común que todos, absolutamente todos, resalten su coherencia, su honestidad, su espíritu solidario, su bonhomía. Algo bueno habrá hecho esa persona para obtener tan buena cosecha. Nadie regala nada, y menos aún en una actividad en la que la competencia, los egos y las vanidades están siempre a flor de piel.
Es éste el caso del productor y empresario Carlos Rottemberg, quien debe sentirse más que pleno y orgulloso por la enorme convocatoria que logró, con motivo del festejo de sus (primeros) 40 años de exitosísima carrera, en un Teatro Metropolitan colmado de bote a bote. Nadie faltó a la cita. Desde Mirtha Legrand, la “Reina Madre”, el querido Carlín Calvo (a punto de volver a las tablas), pasando por todos los actores y actrices más prestigiosos de la escena nacional, que formaron parte en algún momento de los más de 1.000 espectáculos que Rottemberg gestó a lo largo de estas 4 fructíferas décadas, ya sea como productor, “exhibidor” o “dueño de paredes”.
 Adrián Suar, Carmen Barbieri, Oscar Martínez, Graciela Dufau, Nora Cárpena, Ana Acosta, Fátima Florez, Solita Silveyra, Edda Díaz, Gabriela Toscano, Jorge Marrale, el Puma Goity, Mauricio Dayub, Luis Machin, Beto Brandoni, Eduardo Blanco, Jorge Suárez, Arturo Puig, Selva Alemán, Osvaldo Santoro, Raúl Rizzo, Alejandra Darín, Nito Artaza, Miguel Angel Cherutti, Cecilia Rosetto, Fernán Mirás, y tantísimos otros que gustosos acompañaron y celebraron una noche mágica.
Tampoco faltaron periodistas de la talla de Magdalena Ruiz Guiñazú. Ernesto Tenembaum, Marcelo Zlotogwiazda, Fernando Bravo, Gerardo Rozin, Alejandro Fantino, Oscar Gómez Castañón.
El Gobernador de la provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli; el Jefe de Gabinete del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, y el  Presidente del Instituto Cultural de la Provincia de Buenos Aires, Jorge Telerman, también estuvieron presentes.
En rigor, hubieron dos festejos, ya que en ese glamoroso y multitudinario marco, los periodistas Carlos Ulanovsky y Hugo Paredero presentaron su libro “Vivir entre butacas. Carlos Rottemberg: de la vocación a la profesión”, editado por Paidós, que “cuenta una historia personal, la de un chico que desde los 4 años –sin una vinculación directa con el mundo del espectáculo –tuvo una profunda vocación que lo llevó a ser el empresario más joven del país, con sólo 17 años.”
 Hubo testimonios muy emotivos, teñidos de humor y cierta nostalgia. El exitoso productor Sebastián Blutrach, recordó los primeros escarceos teatrales de Rottemberg, cuando éste pasó de exhibidor de películas en el Ateneo, a producir junto a sus padres (Ana Gelín y Jorge Blutrach) “Parra” (la vida de Florencio Parravicini), protagonizada nada menos que por Pepe Soriano. La voz de Pepe -ahora ensayando “La Nona” en Mar del Plata-, irrumpió en la sala del Metropolitan, saludando muy cariñosamente al “cumpleañero”.
El talentoso Tito Cossa, gracioso y ocurrente, lo definió como “un gran tipo”, y la legendaria Cipe Lincovsky, muy conmovida, se confundió con él en un abrazo que lo dijo todo.
El padre de Carlos, con sus jóvenes y lúcidos casi 81 años, protagonizó una suerte de improvisado “stand-up”, que resultó hilarante y tremendamente emotivo a la vez.
Y Rottemberg, como no podía ser de otra manera, también se paró frente al micrófono, agradeciendo y agradecido, visiblemente feliz de poder disfrutar junto a tanta gente querida y admirada, un hito en su vida, una vida marcada desde el principio, por una férrea vocación y una extraordinaria capacidad de trabajo. Conserva en su voz, en su mirada y en su actitud, esa misma picardía y curiosidad que lo empujó desde pequeño a recorrer las salas cinematográficas, contar las butacas, coleccionar programas, y adivinar qué película permanecería más tiempo en cartel. El cine, su primer gran amor, le abrió las puertas del teatro, de quien es amante fiel desde hace 40 años.

¡Chapeau, Rottemberg! ¡Y por muchos años más!