En estos tiempos, en los que afortunadamente las mujeres nos animamos a revelar abusos, acosos, discriminación, violaciones, maltratos, y hemos decidido no callar más, me parece justo también salir en defensa de los hombres buenos, no violentos, sensibles, solidarios, a quienes nunca se les cruza por la cabeza violentar o agredir a una mujer en ningún sentido. No caigamos en la arbitrariedad de meter a todos en la misma bolsa, como si todos fueran perversos, sádicos y villanos.

Es verdad que aún vivimos en una cultura machista, en la que se desmerece el rol de la mujer (como ama de casa y profesional). Pero no podemos desconocer que los hombres jóvenes, hoy están aprendiendo a realizar tareas que antes eran inimaginables, dada la crianza “machista” que nosotras, las propias madres, solíamos impartir a nuestros hijos varones. Ellos bañan a sus bebés, los llevan a la guardería, al pediatra, colaboran en la limpieza de la casa, cocinan, van a las reuniones de padres, todas actividades antes realizadas exclusivamente por nosotras, las mujeres.

Creo que es nuestro deber como madres, abuelas, hermanas, tías, maestras, baby sitters, inculcarle a los chicos el respeto hacia todos sus semejantes, no importa el género, edad o condición, y entrenarlos en todas las tareas y actividades, puesto que los roles fijos son cosas del pasado.

Publicado en Clarín