Los adultos solemos descalificar a los jóvenes. Que nada los motiva ni los entusiasma, que son apáticos, abúlicos, que viven en sus burbujas electrónicas, que les falta pasión y vocación, que carecen de valores, que no se esfuerzan, que quieren todo fácil y YA, que bla, bla, bla. Y resulta que esta semana ellos, particularmente ELLAS, las chicas, las adolescentes, las jóvenes, hicieron oír sus voces, ganaron las calles y se jugaron públicamente por sus convicciones. Me produce enorme orgullo verlas unidas, codo a codo, seguras, convencidas, defendiendo sus derechos. No todo está perdido si nuestra juventud se muestra así. Ellos y ellas son nuestro futuro, el futuro de un país que nosotros, los adultos, hemos manejado (o desmanejado) con un alarmante nivel de impericia, cobardía, mediocridad y mezquindad. ¡Gracias, PIBAS, por esta inolvidable lección! ¡Muchas gracias!