-¡Feliz día de la Madre, chicas! ¿Ligaron lindo?
-¡Con la malaria que hay, Susy! Yo un perfume.
-¡Ah, buá! ¡Qué lujo! Se esmeraron esta vez.
-Pará. Trucho.
-¡Ah! Bueno … Basta la intención, ¿no?
-A mí me regalaron un día de spa. Se ve que me ven muy deteriorada.
-Yo ligué una mini depiladora. ¿Tanto se me nota el bozo?
-¡No! Parece una sombrita nomás. Cuando la pruebes, ¿me la pasás?
-Con gusto. Aunque ¿vieron que ahora se usa dejarse el vello en las axilas?
-¡Sí ¡Lo vi en Instagram! Hasta se lo tiñen algunas, de colores muy divertidos.
-No me parece mal. Es otra forma de protestar contra los estándares convencionales de belleza. Es una verdadera esclavitud eso de sacarse los pelitos durante toda la vida. Mientras que los tipos hacen alarde de “machos de pelo en pecho.”
-No más. Ahora también ellos se hacen la definitiva.
-No nos hagamos las pendejas. En la década del 60, pleno hipismo, tampoco nos depilábamos el sobaco.
-Ni usábamos corpiño, cosa que ahora no podríamos hacer por la maldita ley de gravedad.
-Eso no te afecta a vos, Silvi, que las tenés hechas. Bien turgentes, a pesar de los años.
-Ojalá volviera la moda de la malla recontra enteriza, con piernas hasta los tobillos.
-Liberáte de la mirada de los otros, amiga. Que te chupe un …
-¡Shhh! ¡Esa boquita! ¡Si serás malhablada, che!
-¡Asumamos nuestros rollos, celulitis y flaccidez de una buena vez, chicas! ¿O acaso pretenden presentarse al concurso “la mejor cola del verano”?
-Eso no existe más, Ali. No seas demodé.
-Pero la chica del clima ¿no se hizo famosa por eso?
-¿Sol Pérez? Sí, pero ahora no quiere que la traten solamente como un “culo bonito”.
-Ojo que a veces son las mujeres las primeras en cosificarse.
-Somos, dirás.
-Bueno, sí, pero convengamos que nosotras a esta altura mucho para mostrar no tenemos, excepto nuestra simpatía, nuestra experiencia, nuestra inteligencia, nuestra resiliencia
-¿Y te parece poco?! Años nos llevó conseguir todo eso. Décadas. Y a mucha honra.
-Tenés razón. Pero, ¿qué querés que te diga? Quisiera tener todo eso y menos arrugas. El otro día tenía la cámara del celu en modo selfie, y me pegué un julepe cuando me vi de cerca recién levantada, sin make up, con los rulos pegados y lagañas. Casi crepo.
-No sé qué es peor. Si eso, o verse sin querer en una vidriera.
-No, chicas. Nada peor que los probadores de los negocios, chiquitos, incómodos, con luz fluorescente, y la vendedora entrando a cada rato a espiar cuando todavía no pudiste subirte la malla…
-Y te dice: “¡Ay! Te queda pintada!”, y la querés estampar contra la pared.
-Deberían tener pasador o llave esos cuchitriles, ¿no?
-Siempre estará el bendito pareo, chicas. Don’t worry!
-Yo este invierno juré ante escribano público no volver a quejarme del calor, así que ahora me bancaré la musculosa, sin importarme el qué dirán.
-¿Y si vamos a la plaza a mover las cachas y le damos un descanso a la sin hueso?
-¡Buena idea! ¡Mozo! ¡Cerveza sin alcohol para todas! ¡Por nosotras! ¡Chin, chin!