por Irene Bianchi
       ¿Qué cuentan, amigas? ¿Todo bien?
       No, Delia. ¡Todo mal! Estoy aterrada con esto del regreso de los muertos vivos.
       ¿Fuiste al cine, Nelly? A mí no me gustan las de miedo. Prefiero las de llorar.
       Hablo de la tele, nena. ¿No la vieron a Dorys del Valle, en cadena nacional, ventilando intimidades de su divorcio, que fue hace más de veinte años?
       ¿Y por qué te enganchás, pescau? Cambiá de canal y listo el pollo.
       Cambié, y me encontré con otra joyita de los ’90. Mariana Nannis que, como si con ella no tuviéramos bastante, ¡se reprodujo! Trajo a su cloncita Charlotte.
       Ah, sí. La que no sabe dónde queda Aryentain porque estudió en inglés, ¿no?
       Exactamente. La misma que viste y calza.
       Sí, calza zapatos de varias lucas verdes por par. Con que venda algunos, ya cumple el sueño que le asignaron. Porque bailando es de madera terciada.
       No sólo eso. Es desabrida, insípida, insulsa. Y tuvo el tupé de desconocerlo a Marcelo, ¿pueden creer? Lo ninguneó en cámara.
       ¿No estará todo guionado? ¿No lo habrán ensayado antes?
       No creo. Esa borrega vive en una burbuja.
       Se baña en burbujas de “shampein”, que es distinto. ¡Qué bacanaje!
       ¿En serio? Entonces por ahí lo que tenía era una mamúa triste, pobrecita.
       De tal palo tal astilla. ¿Qué querés que sea, con esa madre-mamarracho? ¿Una científica nuclear? ¿Un Premio Nobel de literatura? Lo que se hereda …
       La Nannis es el ejemplo más claro de que la guita no compra clase, ni buen gusto, ni “savoir faire”, ni distinción. Destila grasa por todos los poros la rubia
       Digan lo que digan, esas impresentables son funcionales al show. Le sirven.
       Otra cosa que no me gustó. ¿Vieron cuando la bailarina que tiene síndrome de Down leyó la carta que había escrito? ¿Ustedes entendieron lo que decía?
       Sí, perfectamente. Fue clara.
       Yo también. Entonces ¿por qué la volvió a leer Tinelli? ¿Hacía falta?
       No, para nada. Tal vez el que no la entendió fue él.
       Me pareció irrespetuoso. Fue como decir: “Ahora dejáme a mí que leo mejor.”
       ¡Y la fuerza que hace para llorar! Un día se va a desgraciar en cámara.
       Vieron que cuando está por llegar el “momento emotivo”, suena un pianito meloso, a lo Richard Chamberlein, y le hacen un primer plano a los lagrimales.
       Hablando de pianito, ¿qué les pasa a las dentaduras de los famosos? Tienen todos teclas nuevas, enormes, blanco inmaculado. ¡Brillan en la oscuridad!
       Es que ya se hicieron lolas, colas, pómulos; se lipoaspiraron, se botoxearon, se estiraron, se cambiaron el color de ojos. Ahora le tocó el turno al comedor.
       ¿Del mundo interior no se ocupan?
       Sí, también. Lencería erótica finísima, de primera. La Nannis debe tener hilos dentales hechos con diamantes y rubíes.
       La culpa no es del chancho…
       No, en este caso es del Pájaro. Pobre Caniggia. Lo desplumaron a Claudio Paul
       Che, tengo un bidoncito de super para vender. Eso sí, a dólar azul. Hace juego.
       ¡Qué lío que se armó, ¿no! Digo yo: ¿no son todos peronistas?
       Sí, Nelly, pero hoy el peronismo es un polirrubro, un multimarca. Está el oficial, el histórico, el nacional y popular,  el progresista, el disidente, el liberal…
       Por lo que hacen, la mayoría parece ser del peronismo “para–lelo” Chin, chin!