por Irene Bianchi
  • ¿Qué les dije? Termina “Showmatch” y, para que no suframos síndrome de abstinencia, ahora nos enchufan “Gran Hormona”.
  • Gran Hermano, Susy. Her – ma – no.
  • No me equivoqué, Moni. Así lo llaman. Sí están todos alzadísimos, más calientes que pavas de lata. Y encima, esas camas enormes, invitan al amuche…
  • Si por lo menos hicieran algo constructivo, para si mismos o para la sociedad. Pero se lo pasan hueveando y complotando, a ver a quién le mueven el piso.
  • Justamente ésa es la idea del programa, Tere. Bien perversito. Tratan de sacarle lo peor a cada uno; exacerban el costado maléfico de los participantes.
  • ¿Nos querrán inducir un coma televisivo para narcotizarnos?
  • La tele no es ni buena ni mala, chicas. La cuestión es cómo se la utiliza y qué contenidos se trasmiten. Es como decir que una jeringa es perjudicial. Sería un disparate. Es un medio, no un fin. El tema es qué te inyectan, ¿no?
  • Los chaboncitos ésos ni siquiera fueron capaces de superar el primer desafío, que era una pavada atómica: dar vuelta un reloj de arena.
  • Lo peor, es que están reapareciendo los “hermanitos” de ediciones anteriores, devenidos en opinólogos y sociólogos amateur, para interpretar las conductas de los recién llegados. Dan cátedra los pibes. Hablan como si supieran.
  • No son los únicos. Ahora salió un obispo chaqueño a defenestrar a Papá Noel. Lo trató de “señor gordo vestido de rojo”. ¿Pueden creerlo?
  • ¡Pobre Santa! Habría que denunciarlo ante el INADI por discriminación.
  • No es que quiera defenderlo, pero tal vez lo que quiso decir es que se está perdiendo el verdadero sentido de la Navidad.
  • Eso hace mucho. Para la mayoría de las personas, la fiesta navideña es simplemente un mandato familiar. Una obligación de juntarse a comer con parientes con los que tenés cero onda, más un gastadero de guita en regalos.
  • Cuando hay nenes chiquitos es diferente. Ahí sí tiene sentido. Esperar las doce, la ilusión, la sorpresa, la alegría. Y antes, la cartita pidiendo juguetes.
  • Hasta ahí nomás. Porque los chicos de ahora son muy exigentes y pedigüeños. Cuando nosotras éramos chicas, no pedíamos marcas.
  • Es que no había marcas, Adela. O, por lo menos, no tantas. Yo me acuerdo de algunas muñecas: la Gracielita, la Marilú, la Carmen Miranda. ¡Qué nostalgia!
  • Yo todavía no superé el shock de haberme enterado lo de Papá Noel y los Reyes. Me sentí tan estafada. Ni hablar del Ratón Pérez. Otra gran desilusión.
  • ¿Cuándo fue? ¿A los 18? Siempre fuiste medio lenteja, Moni.
  • Lenteja, no. Idealista, soñadora, fantasiosa, que es distinto.
  • Che, volviendo a la cena navideña, ¿vieron que la ONU recomienda consumir insectos, por sus proteínas y vitaminas?¿Y si en lugar de pavita y vitel thoné, preparamos un menú de hormigas, grillos, gusanos, escarabajos y langostas? Sería super original, y mucho más económico, ¿no les parece?
  • Yo tengo cucarachas de sobra en casa. Las puedo aportar.
  • ¿Las pulgas y garrapatas del gato pueden considerarse “delicatessen”?
  • Córtenla, che, que me dan asco. Además, no lloren miseria que el costo de vida de noviembre fue sólo del 0’7%.
  • Moni, disculpá que te pinche otro globo más, pero Santa Claus, los Reyes, el Ratón Pérez y el Indec, entran todos en la misma bolsa. ¡Sorry! Chin, chin!