por Irene Bianchi
- Chicas, lo tengo decidido. Me mudo a Venezuela y chau pichu.
- ¿En serio? ¿Te hiciste chavista, Elina? ¿Vos también tenés pajaritos en la cabeza, como elquetejedi?
- Les explico: en este íspa hay una mala onda infernal. Cada vez peor. Todos contra todos, andamos a las piñas, a los tiros, insulto va, insulto viene, un Boca-River eterno. Me harté. Y como el compañero Maduro inauguró el “Viceministerio para la Suprema Felicidad del Pueblo”, ¡p’allá voy!
- ¿Y vos le creés, ilusa? ¿Qué garantía tenés que te van a hacer feliz?
- Me parece que ésta se tragó lo de la “multiplicación de los penes”. Te aviso que fue un furcio, Elinita. No te hagas ilusiones. Quiso decir “panes” el venezolano, y lo traicionó el subconsciente. El pez por la boca muere.
- Con todo respeto, está bastante chapita el caballero. Ahora dice que la cara del bolivariano muerto se vio en la pared rocosa de un túnel que están excavando en Caracas para el subte. Y así como apareció, desapareció. Cosa’e mandinga.
- Es como el Gran Hermano, que todo lo vigila.
- O como la Agencia de Seguridad de Estados Unidos, que todo lo espía.
- Miren, chicas. No me importa nada de lo que digan. No se gasten en abrirme los ojos. Últimamente mi lema es: “Mentíme, que me gusta”.Así de simple.
- Te conformás con poco, amiga. Resultaste facilonga después de todo.
- Obvio, Perla. ¿No ves que su canción preferida es “Endúlzame los oídos”?
- Es que estoy podrida de tanta agresión, chicas. De tanta cara de traste, ceño fruncido, comisuras para abajo, rictus duro. Todos llevamos puesta la máscara de la tragedia. No se aguanta más la mufa colectiva. Saturada estoy. Llena.
- Tendríamos que pedirle al Papa Pancho que venga y nos exorcice. No sé, que nos rocíe con varios bidones de agua bendita, a ver si nos abuenamos un poco.
- ¿No te pone contenta que hayamos cumplido 30 años de democracia, Eli?
- Sí, claro. Pero somos como esos adolescentes eternos de hoy en día, lentejas pa’levantar vuelo. Seguimos siendo políticamente inmaduros como sociedad, a pesar de los 30 años de democracia. Aprendemos poco de los errores.
- Estamos atascados, como vaca empantanada.
- ¡Vaca, tu abuela, che! ¡Yo me estoy matando para que me entre la dos piezas!
- No te luce, Elina. Esfuerzo digno de mejor causa. Largá la dieta, gordi.
- ¡Qué agresiva!¡Sos jodida, eh!
- No. Soy sincera, que es diferente. ¿Preferís que te mienta?
- ¡Obvio! Para sincero tengo el maldito espejo de cuerpo entero del living.
- ¡Que ni se te ocurra empezar a operarte como la urraca griega, eh!
- Esa chica no tiene paz. Lástima que no haya prótesis de cerebros, ¿no?
- Hablando de muñequitas inflables, la Cirio quedó de garpe, pobre.
- ¡Qué pobre ni pobre! Si se fue a Miami a festejar Halloween con las amigas.
- ¿Y lo dejó al candidato plantado? Eso no se hace. Justo ahora, en las malas.
- Igual ellos ni se enteraron que perdieron varios millones de votos.
- Bueno, una cosa es enterarse, y otra acusar recibo y admitirlo públicamente.
- A nadie le gusta reconocer una derrota, che. Es comprensible. Yo en los bailes del club, cuando planchaba, no decía ni mu. Secreto de Estado.
- ¿De ahí tu fobia a la plancha, no? Ahora me explico.
- Seré curiosa:¿dónde estacionaron las escobas, amigas?
- Yo vine en lampazo. ¡Las brujas, unidas, jamás serán vencidas! ¡Chin, chin!