• ¿Te pido un capuchino, Ali?
  • No, gracias. Ya tengo.
  • ¿Cómo? Si te acabás de sentar.
  • Tengo uno en el changuito, Ida.
  • ¿Un capuchino en el changuito? ¿Vos estás bien, Ali? ¿Tomaste la pastilla?
  • ¿No me creés? Mirá.
  • ¡Loca! ¡Eso es un mono!
  • Acertaste. Un “caí capuchino”. Monito maicero o silbador, lo llaman.
  • ¿Y se puede saber qué hacés con un mono a cuestas? ¿De dónde lo sacaste?
  • Es uno de los que se escapó del zoo. Lo encontré trepado a mi palo borracho.
  • ¡Eso es ilegal, Ali! ¡No te lo podés quedar! ¡Devolvélo ya!
  • Es que me encariñé. No sabés lo mimoso que es. Me hace compañía.
  • Seré curiosa. ¿ese mono está sedado? Lo veo demasiado tranquilo.
  • Sedado, no. Cuando logré bajarlo, se me escapó, entró a la cocina, y se empinó una copa de tinto que me había servido. Se ve que no está acostumbrado, pobre.
  • Y bueno, aprovechá que está quietito y lleválo ahora mismo. Te van a multar.
  • ¿Te parece? Nadie se va a enterar si vos no me buchoneás, Ida.
  • Si no lo hacés vos, lo hago yo. Se tiene que reencontrar con su familia, Ali.
  • Ida tiene razón, Ali. No podés tener un mono en tu casa.
  • Tuve a un oranguntán por marido, mirá que me va a molestar un monito de apenas 40 centímetros. Es una monada.
  • Mirá, hacemos una cosa. Salimos todas juntas del After y te acompañamos al bosque. De paso, movemos las cachas y nos oxigenamos un poco. ¿Sí?
  • Está bien. Lo devuelvo. Con todo el dolor del alma.
  • Con todos los monos-candidatos que ves por doquier, ¿no es suficiente?
  • ¿Vieron qué despelote en Santa Fe? Se comieron como 200.000 votos en el escrutinio de las PASO. Se les chispoteó.
  • A mí me da mala espina esto del voto electrónico, chicas. Me parece que nos pueden meter la mula más fácil. A ver si nos venden gato por liebre.
  • No seas retrógrada, Gladys. Además, trampa se puede hacer de mil maneras.
  • ¿Ustedes ya decidieron a quién van a votar?
  • ¡Ni ahí! Yo decido en el cuarto oscuro. Me inspiro en el momento.
  • ¡Sos una colgada! Esas cosas hay que pensarlas antes.
  • Es que no creo en nadie, Gladys. Deben ser mis antepasados anarquistas, no sé.
  • Bueno, pero alguien tiene que conducir esta nave llena de locos.
  • Lo compadezco. Una herencia pesadita.La cancha embarrada, las arcas vacías.
  • Los ves en la tele, y son todos la Madre Teresa de Calcuta. Se venden bien.
  • ¡Obvio! ¿Qué esperás que digan? “Me voy a enriquecer a costa de uds, giles”.
  • ¿Vos no habrás agarrado al mono ése porque sos medio gorila, Ali?
  • ¿Sabés de dónde viene eso? De una canción que se pasaba después del golpe del ’55, en un programa cómico radial, que conducía Delfor Amaranto, que decía algo así: «Deben ser los gorilas, deben ser, que andarán por ahí». Y de ahí en adelante, los peronistas le aplicaron el mote a los anti.
  • Disculpen que interrumpa esta clase de historia e instrucción cívica, pero a mi monito se le está pasando la mamúa y se está poniéndose inquieto. ¿Vamos?
  •  Ojalá no terminemos enjauladas nosotras también.Somos tan monas! Chin, chin