¡Ay, chicas! Esta canícula me está matando. Nos vamos a achicharrar. Dicen que ahora la Argentina es un país tropical. Lástima que nuestro mar no sea el Caribe, ¿no? ¿Alguien tiene una aspirina, que se me parte el mate?
No es bueno automedicarse, Pupi. Mala costumbre. Mejor andá al médico.
¿Al médico?¡Ni loca! Después del pifie sideral que se mandaron con Cristina, no te piso un consultorio ni a punta de pistola. Papelonazo internacional.
No fue el único papelón de la semana.¿Repararon en el meñique del Sr. Juez?
La Chiqui le preguntaría: “Seré curiosa: ¿Lo ganó con honra, su Señoría?”
Con honra o sin honra, un funcionario debería cuidar más las formas, ¿no?
La verdad, el ambiente político está mucho más picantito que la farándula en lo que va del año. Están pasando cosas rarísimas. ¿Qué me cuentan del intendente sureño que se esfumó durante 4 días, por un supuesto “trastorno de ansiedad”?
Que más de un marido va a usar la misma coartada para rajarse de trampa.
Los escandaletes del mundillo del espectáculo hasta ahora vienen en baja. Si las figuras más sexies del verano son el septuagenario Santiago Bal y la sexagenaria Adriana Aguirre, nuestro “showbusiness” está pa’tirar al tacho.
Ojo que hubo un encuentro cumbre, onda San Martín-Bolivar. Nada menos que Flor de la V y Nazarena, las dos discípulas del gran cortador de manzanas.
Figuritas repetidas. Más de lo mismo. Un verano sin misterios.
No creas. ¿No leíste lo que dijo el bocho de Stephen Hawking? El mismo genio que develó secretos del universo, y que desarrolló la teoría cuántica de la gravedad y otras hierbas, asegura que las mujeres somos “un completo misterio”. Más misteriosas aún que los agujeros negros.
¿Cuáles? ¿Los propios o los del espacio?
¡No seas guaranga! Los que emiten radiaciones, no gases tóxicos como el tuyo.
Discúlpenme, pero ese científico atrasa. Hoy los misteriosos son los tipos, no las minas. ¿No vieron lo que pasa en las playas? Los pibes se hacen desear, histeriquean, no dan bola, no van al frente.
No sólo eso, Chicha. Se producen como locos. Se encreman, se depilan, se perfuman, se tunean, se paran el jopo o la cresta con gel, usan gafas de marca, se exhiben como objetos de deseo. Y en los boliches, bailan sobre los parlantes.
Están agrandados porque saben que pueden elegir. La culpa es nuestra. Como las minas estamos regaladas, ni se gastan. Picamos solitas.
Chicas, ¿no se nos habrá ido la mano con el feminismo? Digo, tan autosuficientes, tan independientes, tan superadas. Avanzamos tanto que ahora los hombres ni se animan a avanzarnos. Tal vez por miedo a rebotar.
Pero no hay vuelta atrás, muchachas. No podemos volver a ser las sumisas, mosquitas muertas, que planchaban en los “asaltos” o “malones”, hasta que ellos se dignaban a “cabecearnos” para salir a la pista.
Habrá que hacer una autocrítica. La primera vez que nos atrevimos a bailar entre nosotras, rompimos las cadenas y nos emancipamos para siempre. Ahora estamos pagando el costo. Solas como ostras, con la ñata contra el vidrio. Y ellos: “Miráme y no me toques. No sea cosa que me despeines.”
Una de las pocas ventajas de ser veteranas es que ya estamos amortizadas, no?
Hablá por vos, Pupi. Yo no entro en esa categoría. Todavía estoy en carrera.
Todo bien, pero para el Dakar, no estás. Una correcaminata y gracias, Chelita.
¡Abajo los metrosexuales! ¡Que vuelva el “machodepeloenpecho”! ¡Chin, chin!