Una imagen vale más que mil palabras. Debería ser algo natural, lógico y esperable, pero ver la foto de Mauricio Macri y Alberto Fernández estrechándose las manos en la Casa Rosada, como paso inicial de una transición orgánica, me parece un gesto de urbanidad y racionalidad poco habitual en un país tan dividido y crispado. Tranquiliza esta actitud tan civilizada, sobre todo si se recuerda el triste e inexplicable episodio de la no entrega de los atributos presidenciales de parte de la ex Presidente Cristina Kirchner al flamante Presidente en 2015. Los ciudadanos estamos más informados, más precavidos, más independientes. No somos rehenes de ningún grupo hegemónico. Hoy direccionamos nuestro apoyo y nuestro voto de un modo más pragmático, menos emocional. Los guarismos finales señalan claramente que ni los vencedores tienen un cheque en blanco, ni los vencidos quedan fuera del juego. Hay un equilibrio saludable que reclama sensatez y respeto a quienes no se sienten representados por la fórmula ganadora. El movimiento se demuestra andando. Esperemos que no haya venganza ni revanchismo, y que el bien común prive por sobre los intereses particulares. La Patria somos todos y todas.