Quien quiera oír, que oiga, resuena la canción. No hay peor ciego que el que no quiere ver, reza el dicho. Me pregunto si Milei quiere ver y oír el descontento del país que está gobernando. Me pregunto si es consciente de la reacción que generan sus dichos agresivos, casi amenazantes, cuando se refiere a quienes no lo cuestionan, a quienes –aun habiéndolo votado, tal vez– conservan una actitud crítica, no obsecuente. La marcha del sábado pasado fue indiscutiblemente multitudinaria, una clara muestra del desagrado y la insatisfacción de muchos. ¿No le hace mella a Milei? ¿No lo obliga a reflexionar y hacer una autocrítica? ¿Tan poca escucha tiene el presidente de los argentinos? ¿Tan soberbio es como para no cuestionarse en absoluto? ¿No hay nadie a su alrededor que lo asesore y le advierta que su discurso es muy violento? Toda acción genera una reacción, y la reacción de los miles de personas que se manifestaron en la marcha del sábado 1º de febrero habla por sí misma.
Diario La Nación, 03/02/2025