Más allá de los deseos individuales y familiares para este año, me gustaría expresar algunos deseos para mi querido y vapuleado país. Deseo que los políticos dejen de lado sus vanidades y mezquindades para pensar en beneficio de la Patria, del ciudadano de a pie. Que caminen la calle y tomen contacto con la realidad. Que tomen conciencia de la pobreza que afecta a millones de argentinos, esos que revuelven la basura en busca de comida. Le pido a la clase dirigente que sea responsable, empática, solidaria. Les pido a nuestros legisladores que no se auto aumenten las dietas como si nada, cuando millones de jubilados -sus propios padres y abuelos- apenas sobreviven con la mínima. Vocación de servicio, eso pido. Espíritu patriótico, eso deseo. Más allá del color político o la ideología que tengan. Y a los jueces, que cumplan con su deber y que no dejen dormir las causas durante décadas. ¿Todo esto es mucho pedir? Puede ser. Pero es el momento del año en el que es lícito hacerlo.

Mi carta publicada en Clarín (4 de enero) y en La Nación (2 de enero)

Deja una respuesta