Por alguna extraña razón, es más que frecuente que quien preside los destinos de la Argentina, se lleva mal con su vice. Una especie de maldición histórica. Desde Sarmiento y Alsina en adelante.

El denominador común en casi todos los mandatos es la mala relación. Hoy salta a la vista el enfrentamiento más que explícito, indisimulable, entre Villarruel y Milei. Como si la mismísima oposición intentara coexistir con el oficialismo. No se entiende para qué equipo juega la vice, de qué lado está. Y su desafortunado comentario: “Me pagan dos chirolas”, es la gota que rebalsó el vaso.

Resulta ofensiva su declaración, casi una burla. En mi experiencia laboral, si una no está conforme con su trabajo o con el sueldo que cobra, siempre tiene la opción de renunciar.

La vida es demasiado corta como para no disfrutar de lo que se hace para ganarse el pan.

Diario Clarín, 7/01/2025

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