· ¡Chicas! ¡No lo van a poder creer! ¡Miren con quién me saqué una selfie!

· ¿A ver? … ¿Con Jack Sparrow?!!

· ¡No, Mimí! ¡Con el mismísimo Johnny Depp!

· Disculpáme, Nelly. Pero Depp no vino a La Plata disfrazado de su personaje en “Piratas del Caribe”. Creo que te embaucaron.

· ¡Te digo que sí! ¡Es él! ¡Si hasta me saludó en inglés! “Nice to meet you, Darling”, me susurró al oido.

· Un trucho que te chamuyó, amiga. ¿Te sacó plata?

· No mucha. Le puse una luquita en el sombrero, porque dijo que quería llevarse un billete argento de recuerdo.

· ¡No te podemos dejar sola, Nelly! Sos presa fácil de cualquier chanta que ande pululando.

· ¡Siempre pinchándome el globo, vos! Hubiera preferido no enterarme. Mentime, que me gusta.

· Chicas, es mucho peor lo que le pasó a Wanda Nara. Ella, que vive haciendo ostentación de su ropa de marca y de sus carteras carísimas, se sacó de prepo una foto con Johnny, y él accedió, pero la confundió con una empleada de limpieza de Telefe.

· ¿Y qué? No tiene nada de malo ser una empleada de limpieza.

· Para el común de la gente, no. Pero para Wanda, que se cree una “celebrity”, debe ser una humillación, un ninguneo insoportable.

· Se lo merece. Lo hizo sólo para darle bronca a Icardi, que admira al actor, aunque él ni lo registra.

· Nada más grasa que ostentar riqueza. Es todo un símbolo. Como los que aturden con el caño de escape abierto, vidrios polarizados y música a todo volumen. Ponéle la firma que tienen micro pene.

· ¿De dónde sacaste esa teoría estrafalaria, Mary? ¿De la Universidad de Massachusetts?

· No. De la universidad de la calle. No falla.

· ¿Se acuerdan, chicas, cuando vino Brad Pitt a La Plata en enero del ‘97, y nos presentamos todas como extras para salir en “Siete Años en el Tibet”?

· ¡Cómo olvidarlo! No nos fuimos a la costa ese verano para no desperdiciar la oportunidad, y cuando salió la peli, resulta que ni aparecimos. ¡Qué bajón!

· ¡Malditos editores tijereteadores!

· Ustedes distraídas con Johnny Depp, seguro que se perdieron la noticia de la semana.

· ¿Qué pasó?

· Una japonesa que se peleó con su novio después de 3 años de relación, se terminó casando con un personaje digital creado por inteligencia artificial.

· ¿Cómo?!!!

· Lo que oyeron. La mina estaba deprimida tras haber roto con su pareja, y empezó a conversar con un Chat GPT, más de 100 veces por día. Y charla va, charla viene, terminaron enamorándose.

· ¡Pero el Chat no es un tipo de carne y hueso!

· ¡Mejor! Menos problemas. No hay que cocinarle, aguantarle los celos, los gases, los reclamos, los ronquidos. Ella le asignó una personalidad, un tono de voz, un estilo. Lo confeccionó a su medida, ¿entienden? Y está feliz porque le da autonomía, no la controla como el anterior, jamás la contradice. Super dócil y obediente.

· ¡Increíble! Y la boda, ¿cómo fue?

· Como cualquier otra. Con vestido blanco, lágrimas, invitados, anillos, votos, todo el circo. Ella se llama Kano, y utilizó gafas de realidad aumentada que proyectaron la imagen de él –apodado Lune Klaus- durante el evento, así todos lo podían ver.

· ¿Y habrá luna de miel?

· Ésa te la debo, Nelly. Pero bueno, buey solo …

· Al final, mi Jack Sparrow trucho es más real que ese engendro. Brindo por él ¡Chin, chin!

Diario El Día de La Plata, 16/10/2025

Deja una respuesta