¿Qué me cuentan del sopapo que se ligó el Peluca, chicas? ¿Lo vieron venir?
Él seguro que no. Lo bajaron del pony de un hondazo. Knockout técnico. Una flor de paliza.
Tanto insulto y tanto ninguneo se le vinieron en contra. Nunca un mimo, una palmadita en la espalda, una palabra de aliento, un poquito de franela. “Mentíme que me gusta, Javi”.
“Bisogna trattarsi bene”, decía mi nonna.
Dicen que de chico el viejo lo fajaba y lo humillaba. Sufrió violencia física y psicológica. Y ahora se desquita.
¿Y nosotros qué culpa tenemos? ¡Que haga terapia y lo supere! Hay talleres para controlar la ira; hay curas exorcistas. Que boxee con la almohada.
Ahora va a tener que bajar varios cambios. Perdió como en la guerra.
Él y la hermanita. Son casi dos en uno, ¿vieron? Inseparables. Un combo. ¿No serán gemelos?
Es la que manda, ni lo duden. Le elige no sólo a las novias de turno sino también a sus funcionarios y asesores. Sube o baja el pulgar “a piacere”. El poder detrás del sillón de Rivadavia.
Digo yo, ¿no sería conveniente hacerles un psicotécnico a los candidatos a presidente y a vice? Un test de Roschach, por ejemplo, ¿se acuerdan? Esas láminas con manchas de tinta que había que interpretar. Y según lo que veías, el locólogo te diagnosticaba.
¿Y si juntamos firmas para que Scaloni se presente como candidato? Ése sí es un líder positivo, indiscutible.
Una cosa es la Selección, Pupi, y otra este país recontra dividido y agrietado. Inmanejable. Imprevisible.
Lo propongo al director técnico porque el único momento en el que todos tiramos para el mismo lado es frente a la Selección. Después, vuelven las grietas: Triperos vs. Pincharratas, Bosteros vs. Gallinas, gorilas vs. progres, viejos meados, kukas vs. anti-kukas, ñoños republicanos, ensobrados, econochantas. Cuando se trata de ese “Dream Team”, en cambio, no importa la ideología, la clase social, la edad, la profesión, nada de nada. Unidos y hermanados por un cuarto de hora.
El Presi armó una “mesa política”, ¿sabían?
Más que mesa, Lili, una mesita de luz. Las mismas caras, las mismas figuritas. Cambiar todo para que nada cambie, gatopardismo puro.
Lali le dedicó su última canción, “Payaso”, ¿la escucharon?
No me gusta que se use esa palabra como un insulto. Amo a los payasos. Respeto su oficio. No se merecen ser equiparados a ningún político de baja estofa.
Otras que le erraron fiero al vizcachazo fueron las encuestadoras. Con el diario del lunes, recularon, pero casi nadie acertó. Deberían abrir un maxi kiosko o un parri pollo.
Y la pobre Fátima se quedó en Las Vegas, vestida y sin visita.
¡Mejor! Una cosa es ser polola de un campeón; otra, de un loser.
Hasta Yuyito debe estar festejando que la entonces cuñada la puso de patitas en la calle. Zafó a tiempo.
¿Qué quieren que les diga? Yo, aunque pudiera, no me mudaría a un país estable y aburrido como Suiza o Dinamarca. En estas pampas no tenés tiempo de aburrirte. Entre los escándalos de la forrándula y los vaivenes de la política y la economía, te mantenés entretenida y en forma, corriendo de un lado al otro buscando ofertas y rajando de los motochorros.
Aplaudo tu filosofía del “vaso medio lleno”. Y ya que estamos, brindemos: ¡Chin, chin!
