por Irene Bianchi
“El diario del Capitán Arsenio”, de Pablo Bernasconi, cuento adaptado por Diego Biancotto. Actuación: Lisandro Amado. Voces en off: Federico Aimetta y Ayelén Días Correia. Realización “Arsenio”: Esteban Derito. Escenografía y objetos: Pierina Ruiz. Realización de inventos y audiovisual: Mauro Gómez. Vestuario: Magali Santero. Música original: Andrea Casaccio, Gonzalo Correa. Músicos invitados: Leandro Marzani (flauta traversa), Martín Rosendo (armónica), Sergio Casanovas (archilaúd). Dirección musical: Gonzalo Correa. Asistente de dirección: Estanislao Pedernera. Dirección general: Diego Biancotto. La Terraza Teatro. Sala 420, 42 entre 6 y 7.
Seguramente inspirado por los pájaros, el hombre siempre ha querido imitarlos y volar. En el siglo XV, el genial y multifacético Leonardo Da Vinci, diseñó proyectos de aeroplanos con alas en forma de murciélagos y hasta un prototipo de paracaídas. Huestes de inventores “locos”, a puro ensayo y error, fueron desarrollando a lo largo de la historia de la humanidad, estrambóticos aparatos que lograran vencer la ley de gravedad, dejando muchas veces la vida en el intento.
El “Capitán Arsenio” ideado por Pablo Bernasconi, y llevado al teatro por Diego Biancotto, es uno de esos personajes geniales y testarudos, que allá por el siglo XVIII dedicaron su vida a concretar el sueño de alzar vuelo.
Como siempre. La Terraza Teatro sorprende en cuanto al lenguaje innovador que elige para contar sus cuentos. En este caso, el protagonista de la historia, Arsenio, es un muñeco, a quien el astronauta interpretado por Lisandro Amado, insufla vida. Es un encuentro entre el presente-futuro, situado en el año 2150, y el pasado de este singular personaje, cuyo sueño de niño, plasmado en su diario, condiciona su férrea vocación. Es también un homenaje, un tributo que el joven rinde a su predecesor, sin cuya labor habría sido imposible imaginar la revolución tecnológica que nos permitió acceder al espacio exterior.
“El diario del Capitán Arsenio” no es una obra para niños muy pequeños, ya que requiere cierta capacidad de abstracción. El espectador es testigo de los diversos intentos que Arsenio hace para lograr su objetivo. No se deja amilanar por los sucesivos fracasos, y persevera contra viento y marea. Su muletilla ante cada nuevo experimento es: “No puede fallar”. Y si falla, pergeña algo nuevo, aprendiendo de sus errores de cálculo, como todo inventor que se precie de tal. Nunca se da por vencido, ni aún vencido.
“El diario del capitán Arsenio” es un espectáculo de gran belleza visual. La original escenografía y los objetos, son un dechado de imaginación. Resultan vitales la banda sonora y la música, personajes centrales de la obra. Las sugestivas voces en off de Federico Aimetta y Ayelén Días Correia también completan la trama.
Resulta entrañable el vínculo silencioso y cómplice que se entabla entre el astronauta y Arsenio. El joven siente curiosidad, respeto y gratitud por ese desconocido que, mucho antes que él naciera, preparó el camino para que, el 29 de julio de 1969, otro hombre, tocando por ves primera la superficie de la luna, dijera: «Es un pequeño paso para el hombre, un salto gigante para la humanidad”.
Diego Biancotto ideó una puesta de alto vuelo, que hace juego con los berretines aéreos de sus criaturas.
“El diario del Capitán Arsenio”: una excelente propuesta para las vacaciones de invierno.