“Bety Godt, la inconquistable”, de Daniel Sasovsky. Elenco: Mónica Calcagno, Jorgelina Pérez. Diseño de vestuario: Sofía Coleff. Realización de vestuario: Magalí Salvatore. Diseño y realización de escenografía: Sofía Coleff. Sonido e iluminación: Cynthia Pierce. Fotografía: Matías Coleff. Dirección y puesta en escena: Cynthia Pierce. Viejo Almacen El Obrero. Calle 71 esquina 13. Viernes 6 de abril a las 22 hs.
“Bety Godt” (Mónica Calcagno) no hace otra cosa que llorar y llorar. Su rostro es la mueca misma de la tristeza y desolación. Se siente desgraciada, desesperanzada. Lo único que mitiga su melancolía son los culebrones venezolanos, a los que es adicta. Mirándolos, Bety vive vicariamente historias de amor que la vida le ha negado sistemáticamente. Es enfermera diplomada, pero no ejerce porque se desmaya al ver sangre. Prefiere trabajar como maestra de plástica, alternando esa tarea con los quehaceres domésticos. Siente un vacío existencial que la sume en una depresión crónica. Es una “loser” que sueña con ser “exitosa”.
Bety inicia un tratamiento psicoanalítico con la Dra. “Martha Craft” (Jorgelina Pérez), una terapeuta muy singular, hiperkinética, verborrágica y avasalladora, que intentará levantar su alicaída autoestima mediante juegos de roles bastante arriesgados, con procedimientos heterodoxos y resultados diversos. Promete más de lo que cumple, en su afán de lograr que su paciente-amiga supere su frustración.
Tal el planteo de este grotesco del autor y director chaqueño Daniel Sasovsky, entre cuyas obras se encuentran “Fe de erratas”, “Mal de amantes”, “Currículum mortis”, “Juan Natalio o la aproximación al vientre”, “Trágico Remix”, “Mal de amantes”, “Buenísima para ganar”, “Una mujer sentada”.
Los personajes de Sasovsky son exacerbados, magnificados, como vistos a través de una lente que los agranda y distorsiona. Todo es grandilocuente: los gestos, los movimientos, el lenguaje, las situaciones. Y ésa es precisamente la estética que Cynthia Pierce elige para su lograda puesta en escena y meticulosa marcación actoral. Para ello cuenta con dos formidables actrices que se prestan al juego en cuerpo y alma. Mónica Calcagno y Jorgelina Pérez componen dos caricaturas desopilantes, una dupla muy efectiva, con excelente química. Ambas poseen un rico arsenal de gestos, tonos, coloraturas de voces, actitudes, con los que construyen estas dos mujeres desbordadas, desorbitadas, desmedidas, pero fácilmente reconocibles y profundamente humanas.
Muy original el recurso de las estructuras movibles, que hacen las veces de personajes secundarios. Adecuado el vestuario contrastante de Bety y Martha.
Oportuna la versión instrumental de “El amor es un pájaro rebelde”, de la ópera “Carmen” de Bizet, para enmarcar esta comedia bizarra y divertida.